Este primer capítulo está dedicado principalmente a contextualizar históricamente la creación y el desarrollo de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). Antes de esto, se hace una breve aproximación al significado y a los usos de la inteligencia desde la Segunda Guerra Mundial. Más adelante, se procura hacer un acercamiento a los lugares donde se llevaron a cabo algunas de las operaciones más trascendentales de esta primera agencia de inteligencia estadounidense. En último lugar, se introduce cuál fue el desenlace de la OSS y cómo influyó su disolución en la creación de la CIA de los Estados Unidos de América.
1.1. Significado y usos de la inteligencia
Las operaciones de los servicios secretos fueron una constante en los conflictos bélicos del siglo XX, aunque muchos países tenían departamentos de inteligencia desde hacía décadas (Heaps, 1998). Según Scott & Jackson (2004), la inteligencia es el proceso de recolectar, analizar y utilizar información y centrado en identificar e interpretar distintas amenazas dirigidas hacia un país determinado, un grupo de estados o una zona geográfica determinada. Por ello, depende de los líderes políticos enmarcar los objetivos y limitaciones de estos servicios secretos (Scott & Jackson, 2004).
Un atributo imprescindible de la Inteligencia es la confidencialidad de sus operaciones. En el caso de la Segunda Guerra Mundial, una vez acabado el conflicto, los informes de la OSS fueron destinados a los National Archives and Recrods Administration (NARA). Por otro lado, algunos archivos relativos a asuntos exteriores se los quedó una de las ocho divisiones de la rama Research and Analysis (R&A) de la OSS: el Central Information Department (CID) (Heaps, 1998). La confidencialidad sobre las operaciones llevadas a cabo desde los departamentos secretos de Estado, tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, fue considerada imprescindible, incluso años después de que acabaran el conflicto en cuestión (Scott & Jackson, 2004).
La restricción de los documentos dificultó durante décadas las investigaciones sobre la importancia de las operaciones clandestinas en el desenlace de la historia (Scott & Jackson, 2004), pero en los años sesenta aumentó la demanda de documentación por parte de la población civil, y en 1966 se firmó la Freedom Information Act. El personal de la CIA revisó los documentos de su departamento de R&A para hacerlos públicos, convirtiéndose en la primera agencia de inteligencia nacional en permitir el acceso a sus archivos, clasificados hasta el momento, para la investigación. Por su parte, el NARA no permitió el acceso a los informes de la OSS hasta los años ochenta y noventa por razones de seguridad. Cuando lo hicieron, se sirvieron de voluntarios y los últimos avances tecnológicos para facilitar el acceso a las fuentes y organizarlas (Heaps, 1998). En el siglo XXI, también han contribuido a mejorar la transparencia de los documentos de inteligencia algunos acontecimientos políticos, que han levantado dudas entre la población civil sobre posibles conspiraciones gubernamentales, como es el caso de la invasión de Iraq (Scott & Jackson, 2004).1
El acceso a los archivos y documentos de inteligencia sirve para la investigación histórica y política. No obstante, al trabajar con estas fuentes hay que tener en cuenta el carácter subjetivo de los informes que redactaban los agentes infiltrados alrededor del mundo (Chalou, 1992). Sus perspectivas estaban sujetas a las herramientas limitadas de las que disponían en aquel momento y, según Aline Griffith (Chalou, 1992), agente de la OSS infiltrada en Madrid entre 1943 y 1944, era común hacer, inconscientemente, descripciones vagas o interpretaciones erróneas de los acontecimientos. Se debe sopesar también la posibilidad de que algunos documentos hayan sido manipulados conscientemente por los gobiernos, al haberse conservado depositados bajo su control (Scott & Jackson, 2004).
Jackson (2003), matiza que es costumbre en distintos estudios académicos tratar de vincular a las agencias de inteligencia con ideologías políticas concretas o como instrumentos utilizados por los Estados, aunque la realidad es que éstas tienen sus propias directrices y líneas de actuación. Las agencias de inteligencia no sólo tratan de informar a la política, sino que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a trazar el modo en qué se moldean las relaciones internacionales (Jackson, 2003).
Según Aldrich (2000), el pleno desarrollo de los servicios de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial fue posible no sólo por la necesidad de defenderse contra nuevas amenazas (Scott & Jackson, 2004), sino también por la llegada del criptoanálisis inmediato. La gran expansión de los servicios secretos estadounidenses pudo estar determinada también por la percepción de las propias debilidades del EE. UU. después del ataque japonés a Pearl Harbor, ya que, para prevenirlo, la armada norteamericana no había podido desencriptar las comunicaciones navales japonesas (Jackson, 2003).
Dentro de este trabajo, aunque no se debe tener en cuenta una posible manipulación por parte del gobierno dado el carácter privado de las fuentes de la familia Lord-Pagès, sí es importante tener presente la definición de inteligencia y sus líneas de actuación. Se comprueba a continuación cómo en el nacimiento de los servicios secretos americanos está muy presente la idea de Jackson (2003) sobre el desarrollo de políticas propias dentro de las agencias de inteligencia. También se puede divisar, en cada uno de los capítulos, como las relaciones internacionales, incluso entre potenciales enemigos de guerra, a menudo eran estrategias llevadas a cabo por las inteligencias de los países aliados, incluida en ellas la OSS.
1.2. Antecedentes de la OSS
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ataque a la base americana de Pearl Harbor, en Hawaii, perpetrado por la flota aérea japonesa el 7 de diciembre de 1941 (Villalobos, 2019) abrió la veda para que el gobierno de Franklin D. Roosevelt diera el visto bueno a la creación de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) de los Estados Unidos de América. Oficialmente, según se apunta en los documentos de la CIA, el origen de la OSS tiene fecha en el 13 de junio de 1942. Según el historiador y agente de la Oficina de Servicios Estratégicos Richard Harris Smith (1972), el proyecto de esta nueva oficina había comenzado a labrarse en las políticas del New Deal durante la década de los años 30.2 El responsable de determinar las bases que crearían la Oficina de Servicios Estratégicos fue William Joseph Donovan (Dunlop, 1984) – apodado Wild Bill – que había sido fiscal general adjunto de los Estados Unidos entre 1925 y 1929 y, después, había creado su propia firma legal (Bradsher, 2021).
Tal como se señala en los estudios de McWilliams (1991), Belot (2002) o Charles (2005), hacía años que en EE.UU se habían comenzado a desarrollar equipos dedicados a la infiltración y operaciones clandestinas, mucho antes de que las ideas de Donovan fueran aprobadas por Roosevelt. Charles (2005) apunta que los orígenes de la inteligencia central americana se deben a distintos individuos con varios intereses. Dos de las oficinas constituidas antes de la OSS fueron el Federal Bureau of Information (FBI) y el Federal Bureau of Narcotics (FBN). Éste último servicio fue creado el 14 de junio de 1930, y estaba dedicado a combatir el tráfico de estupefacientes y el intercambio de información a través de países europeos – entre otros Canadá, Suiza, Gran Bretaña, Alemania, Francia y Egipto – y asiáticos como China, Formosa y Filipinas. La agencia se encontraba bajo la dirección del comisario Harry J. Anslinger, experto en asuntos exteriores y de inteligencia, que llegó a hacer presente al FBN en la International Criminal Police Organization (INTERPOL). Los agentes de Aslinger estaban entrenados para infiltrarse en los cárteles de droga y para manejar armas (McWilliams, 1991).

El FBI se había constituido más de veinte años atrás, el 26 de julio de 1908 (Bonaparte, C.J., 1908).3 Durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente a partir de 1940, empezó a encargarse del contraespionaje alemán, bajo el liderazgo de J. Edgar Hoover (Charles, 2005). Los espías nazis estaban liderados por Frederick “Fritz” Duquense, que se alojaban en Nueva York, y eran sospechosos de una serie de incendios acontecidos en distintas fábricas de corcho (Taylor, 2018). Hasta el momento, Hoover había enviado agentes a Centroamérica y Suramérica con el objetivo de descubrir a los espías nazis. Para ello, había creado un nuevo departamento dentro del Federal Bureau of Investigation, los Special Intelligence Services (Belot, 2002).
Tras los sabotajes a grandes empresas corcheras dentro de los Estados Unidos, el gobierno tuvo la primera premisa para investigar las causas de los posibles sabotajes alemanes al otro lado del océano, en Europa (Taylor, 2018). Los hombres de Hoover visitaron entre 1940 y 1941 Gran Bretaña para investigar los métodos del Security Service (MI5) y el Secret Intelligence Service (SIS).4 Además, se ocuparon de registrar las funciones de la policía en tiempos de emergencia nacional (Charles, 2005). El oficial Hugh H. Clegg, a cargo de la misión, y su asistente, el agente Lawrence Hince, estudiaron la criptografía y la inteligencia exterior británica, centradas en descifrar los códigos del Eje (Charles, 2005). Mientras el FBI se ocupaba del contraespionaje alemán, el ejército de los Estados Unidos estaba encargado de recabar inteligencia en Europa y Asia con la Military Intelligence Division. La armada, por su parte, vigilaba el Pacífico con la Office of Naval Intelligence (Belot, 2002).
Una vez regresó a Estados Unidos, Donovan propuso a Frank Knox9 la creación de un único servicio de Inteligencia Exterior para los Estados Unidos, bajo el que se debían centralizar todas las operaciones. Su modelo a seguir fue el sistema británico, y se constituía como secreto y controlado por el presidente Franklin D. Roosevelt (Charles, 2005). Así, el 11 de julio de 1941 se creó el antecesor directo de la OSS, o sea la Office of Coordinator of Strategic Inoramtion (COI), directamente vinculada a la Casa Blanca y liderada por Donvoan (Belot, 2002). Aunque hubo una ruptura directa entre los hombres de Donovan y Hoover, ya que desde el FBI se consideraba que Wild Bill se había acreditado méritos que eran comunes (Charles, 2005), ambos servicios podían llegar a colaborar, ya que una cooperación eficiente resultaba crucial para la explotación efectiva de la inteligencia (Scott & Jackson, 2004).
1.2.1. William Donovan y el Office of Coordinator of Strategic Information (COI)
William Donovan había comenzado a advertir al gobierno estadounidense de la necesidad de prepararse para el gran crecimiento que estaba desarrollando el armamento europeo en 1932. Ese año, el coronel había viajado a Alemania, y le llamó la atención el gran desarrollo tecnológico del ejército alemán. Más adelante, en 1935, durante la Segunda Guerra Ítalo-Sanusí, visitó a Mussolini y advirtió al presidente Roosevelt que Italia ganaría el conflicto gracias al potencial de su armamento. En 1936, Wild Bill se adentró en una España inmersa en su propia Guerra Civil para informar al Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos sobre los avances técnicos del material de guerra alemán, que respaldaba al ejército franquista (Bradsher, 2021).
Fue a partir de 1940 cuando, a raíz del papel que tomó Donovan como analista de confianza en la década anterior, se le comenzaron a ordenar, como ya se ha visto, misiones desde la Casa Blanca; primero en Gran Bretaña y más adelante en los Balcanes y los países del Mediterráneo (Charles, 2005). El motivo por el que volvió de su viaje convencido de que era necesario crear un servicio de inteligencia propio de los Estados Unidos, en alianza con las fuerzas aliadas, fue la inestabilidad política en la que se encontraban las zonas geográficas que daban acceso al mar Mediterráneo. Por un lado, la España franquista y la Portugal de Antonio Oliveira de Salazar, aunque no beligerantes, tenían claras tendencias afines a las potencias del Eje. Por otro lado, las colonias del norte de África se encontraban dominadas por las tropas de Vichy, colaboradoras del nazismo (Smith, 1972). Dadas las circunstancias, existía la amenaza de un posible cierre del mar, que hubiese acercado al ejército alemán hacia la victoria en la Segunda Guerra Mundial (Taylor, 2018).
Una vez creado el COI, este se dividió en dos ramas: el Foreign Intelligence Service (FIS) y el Research and Analysis Branch (R&A). El primero estaba dirigido por Robert Sherwood, y el segundo por el Dr. J.P. Baxter II (Belot, 2002). Dentro de la nueva oficina de inteligencia americana, se creó también la división de Special Activities Goodfellow, que llevaba el nombre de su líder, el coronel Preston Goodfellow. William Donovan se reunió en Nueva York con el supervisor en la ciudad de esta división, Garland Williams, para establecer los fundamentos de un nuevo programa de operaciones que rompía radicalmente con los métodos de guerra llevados a cabo hasta el momento.
Los nuevos agentes del COI fueron instruidos, bajo dirección del supervisor Williams, en el uso de todo tipo de armamento y en el combate cuerpo a cuerpo (McWilliams, 1991). Asistido por el British Special Operations executive, Williams desarrolló un plan de entrenamiento que buscaba hacer llegar a los agentes a su máximo potencial: debían aprender paracaidismo y ejercicios paramilitares, mientras desarrollaban habilidades acuáticas y técnicas de comunicación. Los entrenamientos subversivos de Garland Williams en el Special Activities Goodfellow serían imprescindibles para la posterior organización de destacamentos de la OSS (McWilliams, 1991).
Para el reclutamiento de agentes, Ian Fleming, un oficial de alto rango en la Inteligencia Naval Americana, había sugerido a Donovan que debía contratar oficiales de inteligencia que tuvieran entre cuarenta y cincuenta años y compartieran las cualidades de poseer: absoluta discreción, sobriedad, devoción al deber, lenguajes y amplia experiencia (Smith, 1972). Donovan rechazó el consejo de Fleming y, en cambio, le prometió al presidente Roosevelt un servicio secreto internacional formado por oficiales jóvenes, que fueran calculadamente temerarios, con valentía disciplinada y entrenados para acciones agresivas (Smith, 1972). Así comenzaron a ser los operativos del COI y, consecuentemente, de la OSS.
La nueva Office of Coordinator of Strategic Information se dedicó a organizar acciones subversivas en el Norte de África para reafirmar la presencia americana mediante armas y financiamiento, a la vez que se establecían vínculos con líderes nativos africanos, aliados con los alemanes y Franco. Para ello, la inteligencia americana comenzó a utilizar herramientas de combate psicológicas y económicas (Belot, 2002). En junio de 1942, Roosevelt disolvió el COI y creó la Office of Strategic Services, también a cargo de William Donovan. La OSS debía mantener el núcleo del COI, con el añadido de tener como objetivos principales recabar inteligencia extranjera y llevar a cabo operaciones especiales (Charles, 2005). Dentro de estas operaciones especiales, era primordial respaldar, entrentar y abastecer con provisiones a los movimientos de resistencia europeos y, si estos no existían, organizar guerrillas contra objetivos industriales para debilitar el potencial de guerra enemigo (Belot, 2002).
1.3. Creación, desarrollo e iniciativas de la OSS
Espionage is a strange netherworld of refugees, radicals and traitors. There is neither room for gentility nor protocol in this work. Utter ruthlessness can only be fought with utter ruthlessness; honor, honesty, carefulness and sincerity must be left to the fighting forces and the diplomats.5
Tal como se ha descrito con anterioridad, el 13 de junio de 1942 se creó la Oficina de Servicios Estratégicos. Por lo que se refiere a su estructura interna, la OSS, igual que el COI, tomó la organización de los británicos, que habían participado en misiones de espionaje por todo el mundo desde finales del siglo XVI y eran considerados unos maestros de la guerra clandestina. Donovan ramificó, tomando el MI6 británico de referencia, el nuevo servicio de Inteligencia: la OSS se dividió así entre el Secret Intelligence Branch (SI) y el Special Operations Branch (SO), que tenían la responsabilidad de sabotear y coordinarse con los movimientos clandestinos de los países en los que actuaban. A ambas facciones, se añadieron también una sección de contraespionaje, encargada de contratar y supervisar a los agentes a la vez que se prevenía la infiltración de enemigos en las filas de la OSS, y una sección de investigación encargada de la logística, gestión, fotografía, investigación y desarrollo, liderada por el psicólogo Stanley Lovell (Belot, 2002).
Dentro de las facciones de la OSS, también se desarrollaron la rama de Operaciones Morales (Moral Operations; MO), que utilizaba distintos medios para influenciar psicológicamente a las tropas del eje, a través de medios de la llamada “propaganda negra” (García, 2007). Para ello, se distribuían noticieros y órdenes militares falsificados por el territorio enemigo. La actividad más efectiva de las MO fue una radio de black propaganda instalada en Londres y que enviaba la información a Berlín. La OSS se había adentrado, por lo tanto, en la denominada “guerra psicológica”, de la que había comenzado ya a formar parte el COI (Walker, 1987).

Los objetivos de las operaciones morales eran facilitar al Estado un mayor control sobre los rumbos y efectos del conflicto (Frade, 1994), mientras se desmoralizaba a los soldados enemigos, iniciativa que ya habían impulsado los nazis a inicios de la guerra (Walker, 1987). Dentro de estas estrategias de control sobre la población entraron los medios de comunicación de masas, según los cuales se podían dirigir a un gran público mensajes concretos, mediante publicidad, música o películas, entre otros ejemplos. Por otro lado, según Sánchez, Iturbide y Lizaso (2012), la OSS utilizó también la denominada “psicología blanca”, dentro de sus propias tropas, tanto para orientar los procesos de selección, como para tratar los traumas causados por la Segunda Guerra Mundial. Los oficiales de la agencia de Inteligencia descubrieron también que, para mantener la moral de sus soldados alta, éstos debían aprender a gestionar su tiempo de ocio (Sánchez, Iturbide, Lizaso, 2012).
Uno de los proyectos más confidenciales de la Oficina de Servicios Estratégicos, según McWilliams (1991), fue la investigación para encontrar un “suero de la verdad”, es decir, una droga que hiciese a los prisioneros enemigos revelar información confidencial. Los experimentos con escopolamina, morfina, mezcalina o acetato de tetrahidrocannabinol fueron fallidos, pero, aun así, hicieron uso de la marihuana para aturdir con más facilidad a los enemigos. No sería hasta 1953 que se descubriría accidentalmente el Ácido Diethylamido Lisérgico (LSD), del que la CIA haría uso más adelante por sus propiedades alucinógenas, dentro del marco del proyecto MK Ultra (McWilliams, 1991).
La OSS se diferenciaba del COI no sólo en su papel recabando inteligencia de asuntos exteriores y llevando a cabo operaciones especiales (Charles, 2005), sino que también formaba parte del Joint Chiefs Staff (JCS)6 y, por lo tanto, tenía militares supervisores. Su precursor, el COI, dependía únicamente del Presidente, por ello sus agentes no habían tenido que justificar la importancia de su existencia como organización clandestina. La constante vigilancia de las cúpulas de las Fuerzas Armadas estadounidenses llevó a la OSS a desarrollar formas de actuar mucho más dedicadas y extensas (Walker, 1987). Según Belot (2002) por primera vez en la historia de los Estados Unidos de América, una organización secreta era responsable de lidiar de forma autónoma y global con las funciones informativas y operacionales; involucrarse en profundidad en regiones consideradas estratégicas para el desarrollo de la guerra, estableciendo redes operacionales; y, en último lugar, abordar los problemas como un conjunto compuesto de distintos detalles, políticos, militares, étnicos, técnicos y económicos (Belot, 2002, p. 60).
En referencia al financiamiento y los puestos directivos de la OSS, había familias muy importantes de alrededor del mundo, como los Tolstoi, los Romanov o el príncipe Serge Obolensky. De las élites norteamericanas, no estaban presentes los Rockefeller, que tenían su propia compañía de espionaje, el Coordinator of Inter-American Affairs, ya que su líder, Nelson, se disputaba con Donovan asuntos como el control de la propaganda Latino-Americana. Fue clave también la colaboración de algunas corporaciones privadas como Paramount Pictures o The Standard Oil Company, con sedes en España y Suiza, que daban préstamos y apoyo (Smith, 1972).
William Donovan buscaba crear una agencia donde conviviesen los mejores agentes, independientemente de sus tendencias ideológicas, nacionalidades, clase social, cultural o género. La doctrina de la OSS, por lo tanto, fue declarada apolítica, y se constituía así con el objetivo de trabajar en equipo, armónicamente y por un objetivo común (Cole, 1951). Esto fue un acontecimiento revolucionario para el momento dado que, si bien es cierto que las políticas del New Deal de Roosevelt habían fomentado el desarrollo de un estado del bienestar dónde se acercaba a los ciudadanos norteamericanos a cierta igualdad económica (Martínez Rodero, 2003), tras el ataque a Pearl Harbor habían aumentado desmesuradamente las actuaciones racistas por parte del gobierno (Galindo, 2008). Roosevelt firmó la orden 9066 el febrero de 1942 (Galindo, 2008), que permitía al secretario de guerra Stimson arrestar y llevar a prisión sin cargos ni juicio a todo aquél nacionalizado como italiano o alemán. Sus casas y negocios también podían ser incautadas sumariamente (Taylor, 2018). Así mismo, los japoneses americanos fueron internados en campos de trabajo.
Aunque la Oficina de Servicios estratégicos fue de las últimas agencias de inteligencia en ser creadas durante el conflicto de la Segunda Guerra Mundial13, desde 1942 hasta 1944, su número de miembros augmentó hasta llegar a las 13.000 personas, y se llegaron a dominar escenarios, por lo que se refiere a infiltración de agentes, como el sureste asiático. Por estas causas, se llegó a superar a la inteligencia británica, que había servido como ejemplo a seguir para Donovan (Jackson, 2003).
1.4. La presencia de la OSS en Europa y el Mediterráneo
Se ha visto anteriormente como las acciones de contraespionaje dirigidas por el FBI en Nueva York en 1940 llevaron a sospechar que los espías nazis, liderados por Frederick Duquense, sirvieron de premisa para que los Estados Unidos augmentaran la presencia de miembros de su gobierno en Europa. Este caso en concreto, no obstante, no fue el único desencadenante. Justo antes del ataque a Pearl Harbor, los agentes del Intelligence Service (SI) británico habían descubierto que determinados grupos de presión en los Estados Unidos posicionados en contra de la entrada del país en la guerra, con el argumento principal de salvaguardar los valores democráticos americanos, estaban financiados con fondos nazis (Smith, 1972). Uno de estos ejemplos fue America First Committee (1940-1941), que colaboró y ayudó financieramente a otras organizaciones como National Council for the Preven; Keep America Out of War Congress; Youth Comittee Against War; Minister’s No War Committee (Cole, 1951).
Estos grupos estaban organizados de manera que sus sedes y miembros se distribuían alrededor de todo el territorio estadounidense, y utilizaban también distintos medios de comunicación para hacer llegar a la ciudadanía sus políticas de no-intervención. El America First Committee se dedicó a impedir que los barcos americanos entraran en la zona de conflicto, construir una línea de defensa para las costas de los Estados Unidos y, por último, enviar ayuda humanitaria a Europa (Cole, 1951). A los británicos no les hizo falta hacer pública la forma de financiación de estas organizaciones, puesto que el ataque a Pearl Harbor impulsó la entrada de los Estados Unidos en la Guerra y esto permitió que tanto el ejército como los servicios secretos se esparcieran por todo el continente (Smith, 1972).
En Berna, la OSS fue una fuente de información tecnológica y científica muy potente, que pudo recabar conocimientos sobre la energía atómica y los círculos científicos, especialmente alemanes, que trabajaban en esta materia. Después de la Guerra, la información obtenida, que incluía citas y nombres sobre buenos científicos, sus conductas y tendencias políticas, fue utilizada para llevar científicos a los Estados Unidos (Belot, 2002), principalmente para hacerles partícipes de la operación Paperclip. Más al este, en Polonia, cuando la URSS y demás potencias habían negado su ayuda a episodios como el levantamiento de Varsovia, desde la Oficina de Servicios Estratégicos se envió ayuda al país para que éste pudiera resistir la invasión alemana (Smith, 1972). En los Balcanes, algunos de los agentes de la agencia ejecutiva de Rabbi Nelson Glueck – un judío alemán, agente de Penrose, que creó la red de espionaje entre los árabes de Transjordania – realizaron unas misiones suicidas para la OSS y la inglesa Spetial Operations Executive, abreviada como SOE (Rodríguez, 2015), mientras perseguían su objetivo final: crear un estado sionista en Palestina (Smith, 1972).
La guerra de Yugoslavia fue otro de los escenarios donde los agentes de la Oficina de Servicios Estratégicos entraron en combate, del lado de Tito y la resistencia partisana (Sidoti, 2004), despertando algunas dudas entre los aliados respecto a posibles alineaciones comunistas por parte de la OSS. A pesar de las acusaciones y sospechas, la realidad era que, aunque hubiera algunos miembros de los servicios secretos americanos que tenían simpatía por doctrinas comunistas, los hombres de Donovan se habían involucrado en las batallas del Este de Europa por su percepción de las tropas de Tito como valientes y dedicados guerreros que luchaban contra un enemigo común (Smith, 1972): los chetniks de Mihailovic y las potencias del Eje (Sidoti, 2004).7 Mientras que surgieron algunas tensiones entre los servicios secretos de los países aliados, Reino Unido, Francia y Estados Unidos, la convivencia en países fuera de Europa, como Indochina, hizo de introducción a las relaciones internacionales entre culturas (Smith, 1972).

En Francia, la unidad de los Operational Groups (OG) de la OSS, tuvo el objetivo de adiestrar y organizar los movimientos de los Maquis de la resistencia francesa. La guerra de guerrillas y las actuaciones no convencionales coordinadas por los OG, formado por agentes entrenados para llevar el peso y responsabilidad de acciones agresivas, sin necesitar fuerzas guerrilleras, jugaron un gran papel en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial (Hill, 2013). Actuaron también con exiliados de la república española, guerrillas comunistas francesas que habían sido entrenadas por los republicanos españoles y partidarios del presidente de la resistencia francesa Charles de Gaulle (Smith, 1972). A partir de 1943, mientras se preparaba el desembarco de Normandía, Donovan hizo actuar a la segunda división de operaciones, bajo el nombre de Jedburgh. Los miembros de estas unidades actuaban en pequeños grupos de tres personas, y su objetivo era apoyar y dirigir la actividad de guerrilla (Hill, 2013).
En la Península Ibérica, tanto en España como en Portugal, se crearon redes de evasión para embarcar refugiados, principalmente judíos, hacia los Estados Unidos. Los polizones viajaban en barcos que transportaban materiales como el corcho, y huían principalmente de Francia. Una vez embarcados, los pasajeros seguían corriendo peligro, puesto que no todos los cargueros estaban soportados por la causa republicana española (Taylor, 2018). Al otro lado del Mediterráneo, en la costa norteafricana, se desarrolló la primera gran ofensiva de América durante la Segunda Guerra Mundial, la Operación Torch (Walker, 1987), que requiere especial atención puesto que más adelante se podrá comprobar cómo Melvin S. Lord participó en ella.
1.4.1. Operación Torch
Entre Estados Unidos y Francia se había firmado un acuerdo económico el 10 de marzo de 1941 mediante el cual las colonias francesas del Norte de África, bajo el control de las tropas de Vichy, podían recibir importaciones americanas. Como contraparte, los vicecónsules del COI de William Donovan en la zona se aseguraban, mientras recababan información de manera clandestina, que los bienes estadounidenses no cayeran en manos de las potencias del Eje (Walker, 1987). Este acuerdo, no obstante, empezó a peligrar con el avance de las tropas alemanas en el norte de África. Franklin D. Roosevelt disolvió el COI en junio de 1942, y un mes más tarde decidió que la recién creada OSS sería la encargada de preparar una ofensiva en las costas de Casablanca, Orán y Argel (del Corral, 2013), que se llevaría a cabo el 8 de noviembre del mismo año (Belot, 2002).
Para preparar el ataque, los agentes americanos, con ayuda de los miembros de la resistencia francesa que se encontraban en la zona, debían recabar información geográfica sobre las playas, vías de tren y carreteras del territorio. Así mismo, los soldados que llevarían a cabo la ofensiva fueron entrenados durante tres meses (Walker, 1987). Por otro lado, se mantuvo al margen de la preparación del ataque a los gaullistas, puesto que los franceses se habían ganado fama durante la guerra de trabajar con medidas de seguridad ineficaces y facilitar informaciones confidenciales fácilmente, bajo los efectos del alcohol (Smith, 1972).
La operación Torch representaba una nueva forma de operar militarmente, debido a su doble carácter: por un lado, el desembarco de soldados aliados sería directo, como una ofensiva tradicional, mientras que por otro se daría pie a la guerra de guerrillas. Como añadido, se llevarían a cabo también actuaciones de espionaje y resistencia que ponían a prueba, por primera vez, las iniciativas de la rama de Moral Operations para desmoralizar a los enemigos y negociar con las altas esferas para crear alianzas dentro del ejército enemigo (Walker, 1987).

El resultado fue protagonizado, lejos de lo que habían esperado los aliados al preparar la ofensiva, por un elevado número de muertes de ambos bandos. Americanos y británicos estaban convencidos, al preparar la ofensiva, que los franceses cederían con facilidad a la idea de ser “rescatados” de la Alemania nazi, pero las tropas de Philippe Pétain opusieron resistencia a la invasión. Comandantes como Dwight D. Eisenhower, encargado de liderar la operación Torch, no habían confiado en la ofensiva precisamente por este posible desenlace. Finalmente, el conflicto acabó en una victoria de los Aliados, puesto que Jean Darlan, almiral a cargo de las fuerzas armadas de Vichy, ordenó un cese al fuego después de ser chantajeado por los hombres de la OSS. Al mismo tiempo, Hitler decidió romper el armisticio de 1940 e invadir las zonas no ocupadas de Francia, lo que llevó a un acuerdo permanente entre Darlan y los Aliados (Walker, 1987).
La incursión angloamericana había servido para frenar la expansión de la unidad militar Afrika Korps, que había sido enviada al norte de África un año antes para reforzar a las tropas italianas que intentaban invadir el terreno. Por otro lado, cumplió su objetivo de asegurar el acceso al Mediterráneo y, a la vez, liberar presión del esfuerzo de resistencia que ejercía la Unión Soviética en la zona. La operación Torch, junto con las batallas de El Alamein, en octubre de 1942, y Stalingrado, entre noviembre de 1942 y febrero de 1943, fue considerada como un gran punto de inflexión ocurrido de manera temprana en la Segunda Guerra Mundial (Walker, 1987).
1.5. El rastro de la OSS
En octubre de 1945, el presidente Harry S. Truman ordenó el desmantelamiento de la Oficina de Servicios Estratégicos mediante un decreto presidencial, y trasladó al Departamento de Estado tan solo su sección de Research and Development (R&D) (Hill, 2013). Muchos de los académicos que habían formado parte de sus filas manutuvieron sus puestos como profesores universitarios, pero otros pasaron a formar parte de las actuaciones de inteligencia de posguerra (Davis, 1998). La OSS había establecido un precedente para la intervención de los Estados Unidos en los asuntos internacionales de los años después de la Guerra (Smith, 1972). Los métodos del General Donovan quedaron para la posteridad, influyendo en los destinos de distintas naciones, para bien y para mal, transformando la Guerra Fría en una competición subversiva entre sociedades alejada de la forma de los antiguos conflictos (Jackson, 2003).
Después de unos intentos fallidos de organizar servicios de inteligencia, el Congreso creó en 1947 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos de América. Se querían centralizar todas las operaciones clandestinas en una burocracia simple, y a ella fueron llamados distintos oficiales militares profesionales y veteranos civiles que estuvieron en la OSS durante la Segunda Guerra Mundial, trabajando con los movimientos de resistencia al fascismo en Europa y Asia. Paradójicamente, estos agentes pasaron a ser responsables de la persecución de rebeldes de izquierdas, ya que se habían convertido en expertos en contrainsurgencia. La estructura interna de la nueva agencia se dividió en dos principales divisiones operativas: la Office of Policy Coordination (OPC) y la Office of Spetial Operations (OSO). La primera se pensó para dedicarse a la subversión política y, la segunda, al espionaje y la obtención de datos de inteligencia (Smith, 1972).
La CIA mantuvo el pragmatismo apolítico de la OSS, así como la mezcla de inteligencia secreta con las operaciones especiales. El perfil de sus agentes era también muy similar: hombres con imaginación y capacidad de decisión, agresivos y con altos conocimientos políticos. Aunque se quiso mantener también la irreverencia y estructura horizontal heredada de Donovan, según la cual los agentes se podían saltar las cadenas de mando en determinadas ocasiones, esto no fue posible debido a los cambios en la geopolítica mundial. La Segunda Guerra Mundial había dado paso a una era de paz frágil, con amenazantes peligros nucleares. En definitiva, se daba comienzo a una era de “super ciencia”, donde la tecnología debía entenderse como un poder político (Belot, 2002).
- Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, los presidentes Tony Blair y George Bush, de Gran Bretaña y Estados Unidos respectivamente, fueron acusados de distorsionar la información recabada por los servicios secretos para justificar el envío de tropas a Iraq en abril de 2003 (Scott & Jackson, 2004). ↩︎
- Richard Harris Smith fue autor del libro OSS: The secret history of America’s first central intelligence agency (1971). Heaps (1998) apunta que, debido a las políticas de privacidad de la información clasificada durante la segunda década del s. XX, los archivos de los servicios de inteligencia estadounidenses no se encontraban disponibles para revisar, ni siquiera por quiénes habían sido altos rangos. Por ello, Harris tuvo que utilizar fuentes secundarias y confiar en sus propios recuerdos. ↩︎
- Orden del 26 de julio de 1908, firmada por el abogado general (Attorney General) Chaplies J. Bonaparte, en Washington D.C.
↩︎ - Ambos eran servicios secretos británicos (Charles, 2005).También en 1940, tal como habían hecho Clegg y Hince trabajando para el FBI, William Donovan, futuro líder de la OSS, viajó a Londres, con el mismo objetivo de aprender sobre la Inteligencia británica, pero, esta vez, centrándose en vigilar la situación de la Quinta Columna alemana8 y las defensas del país. Entre diciembre de 1940 y 1941, Donovan volvió a Europa y visitó también Oriente Medio para comprobar la situación económica, política y militar de la región Mediterránea (Charles, 2005). Allí, el coronel advirtió que era necesario el soporte de las fuerzas aliadas para salvaguardar el norte de África de una posible invasión de las potencias del Eje (Bradsher, 2021). De nuevo en Londres, Donovan se interesó especialmente por el Special Operations Executive (SOE) inglés, que se había creado en junio del mismo año y era el encargado de los actos subversivos de sabotaje en los territorios europeos ocupados. Por otro lado, este servicio estaba en contacto con la resistencia francesa, la población civil y las élites políticas, y se estructuraba horizontalmente (Belot, 2002). ↩︎
- Esto escribió Donald Downes en la memoria interna para el director de la OSS Bill Donovan (Taylor, 2018, p. 99). ↩︎
- Máxima cúpula militar, de la que forman parte los jefes de Estado Mayor de las principales ramas de Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (Roman & Tarr, 1998). ↩︎
- Al acabar la guerra, Yugoslavia echó a la OSS de su país, puesto que el gobierno de Tito quiso mantenerse alejado de políticas internacionales (Smith, 1972). ↩︎