Capítulo 2: El Papel de la OSS en España

Tal como se ha podido comprobar, la OSS no tenía un especial interés en España, sino en todo el escenario europeo y, sobre todo, Mediterráneo. Con la premisa de su principal objetivo, que en principio era frenar el nazismo, la Oficina de Servicios Estratégicos colaboró con diferentes países alrededor del mundo (Smith, 1972). Los objetivos principales de los agentes de la OSS en España y Portugal eran tres: recabar información sobre posibles golpes o invasiones nazis; conseguir datos sobre la ayuda española proporcionada al bando enemigo y, por último, recolectar todo tipo de material de trabajo que pudiera ser crucial si la Península Ibérica se convirtiera en un campo de batalla (Taylor, 2018).1 Con este afán, se planearon algunas operaciones, como la “Operación Banana”.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial se había asignado a Sir Samuel Hoare, embajador británico en Madrid del gobierno de Franco, el objetivo de mantener al ejército español alejado de las potencias del Eje. Hoare acordó con el dictador español que esto sería posible sólo si se aseguraba que una victoria de los Aliados no amenazaría su régimen. A pesar de éste pacto, en julio de 1942 los aliados interceptaron un mensaje que se interpretó desde Washington como prueba de que España iba a unirse al Eje. Así fue como la Special Operations Branch de la OSS empezó a considerar un proyecto de infiltración en España, a riesgo de que, si se descubría, Franco podía dejar pasar al ejército alemán por el país y facilitarle la invasión del Norte de África y Gibraltar. Wild Bill dio su soporte para que la división de inteligencia de Mark Clark creada el 5 de enero de 1943, la Fifth Army, autorizase a Donald Downes la infiltración de agentes en España, para que éstos vigilasen los movimientos militares nazis y del ejército franquista (de Monsabert, 1953).

Entrenamiento de armas de la OSS, Área C. Cortesía de los Archivos Nacionales. RG226, Entrada 85, Caja 27, F: 445. Fuente: Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial (Nueva Orleans), “Agentes secretos, ejércitos secretos: la breve y feliz vida de la OSS”, 14 de mayo de 2020. En línea: https://www.nationalww2museum.org/war/articles/wwii-secret-agents-the-oss

Unos meses antes, en enero de 1942, dentro del marco de actuaciones del COI, los oficiales de Donovan ya habían entrado en la embajada española de Washington para revisar documentos oficiales del gobierno pro-Eje de España. Los informes de la OSS advertían que Hitler “tenía España en propiedad” (Smith, 1972). En Madrid, las operaciones de la OSS se centraban en el engaño estratégico y la desinformación dirigida a los enemigos, a la vez que se recababan datos de inteligencia sobre las armas alemanas y operaciones encubiertas que los nazis llevaban a cabo en España. La OSS también se dedicó a salvaguardar el transporte de tesoros artísticos y objetos de valor desde Europa hacia refugios seguros en América Latina (Chalou, 1992).

Las zonas más importantes donde la OSS envió a sus agentes secretos fueron aquellas en que se hacía frontera con los países limítrofes a España, concretamente Francia y Marruecos. En Marruecos se daba asilo a muchos agentes de las potencias del Eje y oficiales pro-alemanes del ejército de Franco. Allí, los nazis estaban incluso haciendo escuelas para saboteadores, que iban a ser infiltrados a través de la frontera entre España y Francia (Smith, 1972). El aumento de tropas aliadas en Marruecos durante la Operación Torch había servido, por lo tanto, también para que los americanos pudieran acercarse al gobierno de Francisco Franco (Walker, 1987).

Por otro lado, a través de la frontera pirenaica, se podían infiltrar hombres a la Francia colaboracionista con el régimen alemán para vigilar de cerca los movimientos del Eje, que utilizaban la zona como paso para la infiltración. Al mismo tiempo, los miembros de la Oficina de Servicios Estratégicos podían rescatar refugiados mediante las redes de evasión que se establecieron. La situación estratégica de los Pirineos permitía también conectar el mar con una de las zonas de interés más importantes en el norte de España: la Costa Brava (Sánchez, 2003).

2.1. Estrategias con dos caras

Con el objetivo aliado de acercarse al régimen de Franco en España, los presidentes de Estados Unidos y Gran Bretaña, Franklin Roosevelt y Winston Churchill respectivamente, se pusieron en contacto con el dictador español en 1942.2 Su objetivo fue advertir al Generalísimo sobre la inminente Operación Torch, y reforzar así la confianza de Franco en los Aliados para mantenerlo alejado cuanto más posible de la Alemania de Hitler (Sáenz, 2009). Al mismo tiempo, como ya se ha podido comprobar, la OSS comenzó a preparar una infiltración a gran escala en el país. De nuevo, actuaba a partir de métodos de guerra psicológica que permitía a los agentes secretos y los ejércitos compartir un doble juego político y militar, según el cual se aseguraban más de un posible desenlace para sus operaciones.

En lo referente a operaciones militares, Donald Downes comenzó a preparar en 1943 la “operación Banana” (Domínguez, 2018), sin el apoyo de la embajada británica y americana, saltándose la cadena de mando de los gobiernos aliados (Smith, 1972). El objetivo era preparar una rebelión contra Franco y restablecer el gobierno republicano, asegurando así el soporte de un país más hacia Estados Unidos y Gran Bretaña (Taylor, 2018). Esta iniciativa fracasó, puesto que los operativos que habían sido enviados a Andalucía desde Marruecos para establecer contacto con lo que quedaba del gobierno clandestino de la República Española fueron detenidos por la policía franquista (Domínguez, 2018). Bajo tortura, muchos confesaron haber sido reclutados por Donald Downes y Arthur Goldberg y la OSS, que no contaba con el permiso del gobierno estadounidense para llevar a cabo la operación, tuvo que pedir disculpas a Madrid, dejando morir en manos de la Gestapo, que colaboraba con Franco, a sus hombres. El desenlace fallido de la operación trajo consecuencias: el embajador Hayes, que había retirado su colaboración en el último momento, firmó un tratado con los hombres de la OSS en noviembre de 1943. Por su parte, los oficiales de Donovan acordaron no conducir operaciones subversivas de espionaje contra los españoles en ninguna circunstancia (Smith, 1972).

Antes de esto, en 1942, ya se habían comenzado a preparar las actuaciones de inteligencia dentro de España. La OSS estaba en contacto con los Maquis, la guerrilla de la resistencia francesa que, en España, incluía a las guerrillas antifranquistas establecidas durante la Guerra Civil española y que luego apoyaron la resistencia francesa. Ayudaron a cartografiar las costas catalanas y presentaron informes sobre las defensas militares del Eje en la costa. Una de las más extensas era el desplegamiento militar de la Bahía de Roses, que iba desde Cap de Creus hasta la Illes Medes (Sánchez, 2003). Estos detalles recabados por los maquis ayudaron a configurar mapas que sirviesen para entrar y salir de Francia con un buen conocimiento sobre el terreno. Desde la frontera franco-española, distintos passeurs y colaboradores llevaban a los evadidos hacia Barcelona, por los pueblos de interior o la costa, y hacia Gibraltar, Portugal o Casablanca, a través del Mediterráneo, por donde podían exiliarse en América o Inglaterra (Sánchez, 2003).3

William Joseph (‘Wild Bill’) Donovan, jefe de la OSS. Fuente: https://www.archives.gov/research/military/ww2/oss/images/img7.jpg en https://www.archives.gov/research/military/ww2/oss/maps.html, dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32479440William Joseph (‘Wild Bill’) Donovan, jefe de la OSS. Fuente: https://www.archives.gov/research/military/ww2/oss/images/img7.jpg en https://www.archives.gov/research/military/ww2/oss/maps.html, dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32479440

El litoral catalán fue declarado por la OSS una de las zonas más peligrosas del país, puesto que había mucha actividad de la Gestapo. Allí, la cobertura diplomática era débil y muchos espías del bando aliado habían sido forzados a marcharse rápidamente (Taylor, 2018). En España había más de seiscientos agentes de la inteligencia alemana, junto a muchos italianos y japoneses18. Así mismo, a los miembros de la OSS se les había advertido que debían desconfiar de sus respectivos departamentos de estado y embajadas, puesto que sus trabajadores no estaban entrenados como ellos. Podían, en cambio, fiarse de los ciudadanos españoles que habían estado del lado republicano durante la Guerra Civil Española. Aun así, dentro de las desconfianzas abundaron los agentes dobles, y la OSS reclutó también alemanes, italianos y españoles que trabajaban para la Gestapo (Chalou, 1992).

Algunas de las empresas donde la OSS se infiltró tanto en la capital española como en el resto del país fueron la Misión Petrolera Estadounidense, situada cerca de la Embajada de los Estados Unidos en Madrid (Chalou, 1992), y las corcheras Armstrong Cork y Crown Cork, con sedes repartidas entre el norte y el sur del país, concretamente en Sevilla y Cataluña (Taylor, 2018). Las actuaciones dentro de las empresas corcheras se desarrollaron desde inicios de la Guerra hasta su final, habiendo sido algunas de ellas – según explica Montague Lord con motivo de rememorar las actuaciones de su padre Melvin– permitidas por el propio Francisco Franco.

2.2. El papel de la industria corchera

Durante el gobierno de Roosevelt, el secretario de guerra Henry Stimson había admitido públicamente que, para entrar en guerra en un país capitalista, se debía dejar a los negocios sacar dinero del proceso (Feagin & Riddell, 1990). Como consecuencia de la oportunidad de desarrollo que representaba la industria guerrillera, muchas empresas se unieron a ella durante los años de la Segunda Guerra Mundial para aumentar sus ventas. Las que en un principio se negaron, incluida la Armstrong Cork Company, fueron obligadas a hacerlo por la orden presidencial emitida en 1942 por Franklin D. Roosevelt, según la cual debía cesar la fabricación de materiales no esenciales para la guerra (Taylor, 2018).

Las industrias corcheras americanas estaban agrupadas en la costa este, la región más vulnerable al sabotaje alemán. Se encontró que los saboteadores hacían uso de ondas radiofónicas de corto alcance desde Long Island para enviar información secreta de los Estados Unidos a Alemania. El gobierno veía peligrar la seguridad de los suministros críticos de defensa y la Comisión Federal de Comercio acusó a Crown Cork y Armstrong Cork de conspiración para reprimir la competencia de precios. Nuevas leyes federales prohibieron a los medios publicar información sobre corcho y otros materiales considerados “estratégicos o críticos”, ya que existía el peligro de que las empresas dedicadas a este sector crecieran tanto que tuviesen la capacidad de extorsionar a América (Taylor, 2018).

Corps Franc de la Montagne Noire (Free Corps of the Black Mountain) or C.F.M.N..Fue una unidad de lucha de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial con base en la zona montañosa del extremo suroeste de Francia del Macizo Central, conocida como Montagne Noire (Montaña Negra). Fuente: https://www.wikidata.org/wiki/Q19952222

Tres semanas después del ataque a Pearl Harbor, el Departamento de Guerra americano convocó a los ejecutivos de las empresas Crown Cork & Seal y, más adelante, Armstrong Cork Company, en una reunión clasificada en Washington. Ambas multinacionales no eran solamente líderes en la industria corchera en los Estados Unidos, donde tenían su sede principal, sino que tenían sucursales repartidas por las costas mediterráneas. Para el gobierno americano esto suponía, por un lado, alcanzar su objetivo de acelerar la fabricación de armas de guerra para enriquecerse y recuperarse de la crisis desarrollada por el crac del 29. Por otro lado, podrían infiltrar agentes secretos en los territorios de España, Portugal y el norte de África con mucha más facilidad (Taylor, 2018).

Antes de la guerra, concretamente en febrero de 1938, los periódicos americanos ya habían informado que la aviación alemana estaba bombardeando el norte de Cataluña, haciendo peligrar las exportaciones mercantiles. Entre los terrenos afectados se encontraban los bosques de encinas corcheras y las poblaciones de Sant Feliu de Guíxols y Palamós, ambas de vital importancia estratégica para el comercio por sus puertos (Taylor, 2018).

Las sucursales de Armstrong Cork en la Costa Brava activas durante la Segunda Guerra Mundial se encontraban en las poblaciones de Palafrugell, Palamós y Santa Cristina d’Aro (Museu del Suro de Catalunya, 2022). La empresa contaba con una muy buena reputación por lo que se refería a la lealtad de sus empleados, puesto que se ponía a su disposición seguros de salud y de vida, se pagaban las horas extra y se ofrecían vacaciones pagadas. En el caso concreto de Palafrugell, Armstrong Cork absorbió una antigua empresa local de la zona, las Manufacturas del Corcho S.A., y comenzó a trabajar en ella Kurt Walters.4 Melvin Lord sería el encargado de espiar a Walters trabajando en la sucursal de Manufacturas del Corcho Armstrong en Palafrugell, cuando la OSS encargó misiones para mantener bajo vigilancia que los trabajadores alemanes de la multinacional no tuviesen vínculos con la inteligencia alemana.

2.3. Agentes y entrenamiento

“Very often in history […] the fate of nations has depended on the success of a small anonymous group, who have taken their lives in their hands to carry out an espionage mission to save their homes or to serve an ideal” — Donald Downes, The Scarlet Thread.

Los agentes de la OSS eran elegidos por ser hombres inteligentes, con capacidades distintas para mediar y tomar la iniciativa en operaciones y conflictos, aunque el requisito más importante era dominar lenguas extranjeras (Hill, 2013). La experiencia militar también era un punto a favor a tener en cuenta en los reclutamientos, aunque no en todas las ramas de la Oficina de Servicios Estratégicos era necesaria. Los aspirantes a miembros debían pasar un cuestionario que demostrase alto intelecto y flexibilidad emocional, así como alta tolerancia al dolor físico y los desacuerdos. También se evitaban personas con rasgos molestos que pudieran llamar la atención. El entrenamiento de los agentes de la OSS incluía la visualización de una película donde se mostraban malas reacciones ante situaciones en las que se podrían encontrar (Taylor, 2018).

Dado que había departamentos destinados a la guerra psicológica, como el de Moral Operations (MO), encontraron su lugar en filas escritores progresistas e intelectuales de alrededor del mundo, incluyendo figuras del mundo del espectáculo en Hollywood y Broadway, y de todas las tendencias políticas. Los agentes comunistas, por ejemplo, tenían la posibilidad de ser contratados siempre y cuando no llevaran a cabo campañas por su ideología, aunque se descubrió que algunos de ellos estaban enviando mensajes a la Unión Soviética. Todos se dedicaban a la interpretación idealista de la guerra contra el fascismo, aunque algunos eran refugiados directos del nazismo y, por lo tanto, ya partían de tener orientaciones socialdemócratas y fuertes convicciones contra las potencias del Eje (Smith, 1972).

El personal de la Research and Analysis Branch (R&A) se encargaba de describir mediante cartas de referencia reportes de personas, lugares y situaciones durante la Segunda Guerra Mundial y, como el MO, estaba formado por élites intelectuales: desde economistas hasta historiadores, pasando por geógrafos y otros científicos sociales de universidades de prestigio (Heaps, 1998). Algunos ejemplos fueron el historiador Sherman Kent, graduado en Yale, el filósofo H. Marcuse, de Coolidge (Belot, 2002), o William L. Langer, profesor de historia en Harvard (CIA, 2009).

Organización y funciones de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). Fuente: Archivos Nacionales. En línea: https://www.archives.gov/research/military/ww2/oss/organization.html

Por lo referente a los soldados, uno de los primeros proyectos de la Oficina de Servicios Estratégicos fue reclutar un grupo de españoles exiliados para futuras operaciones de espionaje en la fascista, pero oficialmente no beligerante España de Franco (Smith, 1972). Donald Downes, que se unió al grupo en 1942, fue el encargado de contactar con Julio Álvarez del Vayo, el ministro exterior de la España Republicana que había pasado la guerra en el exilio en EE.UU, que propuso continuar la resistencia mediante la guerra de guerrillas (Martín, 2024). Downes también estableció contacto con el Dr. José de Aguirre, profesor en la Universidad de Columbia durante su expatriación, que le permitió entrar al gobierno en español en el exilio en Ciudad de México (Smith, 1972).

Antes de la operación Torch, Downes empezó a trabajar creando equipos clandestinos por si Franco entraba en el conflicto bélico a favor de Alemania y sus aliados (Domínguez, 2018) y, en noviembre de 1942 había reclutado un equipo completo de agentes españoles. Con el empuje de Donovan, también se unieron a él algunos jóvenes comunistas americanos que habían luchado en la Guerra Civil Española como miembros de la Brigada Lincoln, ya que eran de los pocos americanos que podían demostrar experiencia en la guerra partisana.5 Ellos debían actuar en el Norte de África después de los aterrizajes de la operación Torch, unidos a la Fifth Army de Mark Clark (Smith, 1972). Según Donovan, los reclutas de ideología marxista y comunista eran más valientes en las ramas de espionaje y sabotaje, y contaban con experiencia por haber ofrecido ayuda a la República Española durante la Guerra Civil, participando en las Brigadas Internacionales.

Downes también buscó reclutas en los campos de concentración del sur de Francia y los agujeros de tortura del norte de África. Allí, entrevistó a los prisioneros para hacer una lista de agentes potenciales. La propuesta formal que hizo a los cabezas de cuartel aliados recibió silencio, así que, continuando con las formas de actuar en contra de la autoridad de Donovan, Downes retiró su propuesta, dejó a los burócratas debatir y se marchó al Sahara a ayudar a escapar a los prisioneros. Los llevó a una escuela clandestina especial localizada en una antigua villa fuera de Argelia, donde fueron entrenados por dos expertos en radio: los hermanos de ascendencia puertorriqueña, Michael y James Jimeneth, veteranos de la Brigada Lincoln (Smith, 1972).

Debido al carácter fuertemente ideológico y global de la Segunda Guerra Mundial, a los miembros de la OSS se le requería debían dominar todo tipo de herramientas que los militares no tenían porqué conocer a fondo, como al radio, las imágenes, el cine, lavados de cerebro de la población a partir de falsas noticias o armas sofisticadas (Belot, 2002). Para ello, Donovan contó con que se encargaran del entrenamiento de reclutas algunos hombres del Federal Bureau of Narcotics, como Harry J. Anslinger. Estos, además de organizar el entrenamiento de la OSS en distintos campos e instruir a los reclutados en sabotaje, paracaidismo, combate cuerpo a cuerpo y maniobras detrás del frente, tenían conocimientos en distintos idiomas (McWilliams, 1991). La tipología de entrenamiento dependía del grupo al que pertenecía cada agente.6 En los Operational Groups (OG), por ejemplo, todos los miembros salieron de unidades militares regulares y, por lo tanto, ya conocían el entrenamiento básico, aunque sí se les enseñó a utilizar armas peligrosas y tácticas guerrilleras complejas (Hill, 2013).

Las formaciones de la OSS eran en muchas ocasiones mixtas, aunque el número de hombres dentro sus filas era considerablemente mayor que el de mujeres. Mientras los reclutas estudiaban en los centros de entrenamiento, debían aprender las características de más de un país, para que ni siquiera sus compañeros supiesen donde se les destinaría, pues no debían confiar en nadie. Así mismo, se les instruyó para utilizar nombres clave que protegiesen su identidad y la de sus conversaciones (Chalou, 1992).

Para la selección de personal no sólo se seguían criterios sobre las facultades físicas y psíquicas de los reclutas, sino que era común también rastrear los antecedentes y afiliaciones de sus antecesores directos (Chalou, 1992) y esferas de influencia (Smith, 1972). Los contactos que pudieran tener los potenciales agentes de la OSS era una vía directa a determinados grupos sociales en los que se buscaba tener influencia. Algunos de los grupos de población donde se buscaron agentes, por estos motivos, fueron entre los marineros que partían de España y Portugal, o, como se ha comprobado anteriormente, en las empresas corcheras (Taylor, 2018).

Muchos de los marineros embarcaban en el País Vasco y, por lo tanto, habían sido perseguidos mientras el ejército franquista asesinaba a sus compañeros para ofrecerles intercambios de información. A medida que se descubría quiénes tenían algún contacto cercano en América o habían sido adeptos a la causa republicana española, era más sencillo establecer relaciones de confianza mutua. Aunque algunos de ellos eran reacios a tomar partido por miedo a la policía franquista, la OSS contaba con sus propias amenazas y formas de persuasión para lograr sus objetivos (Taylor, 2018).

Debido a la tendencia de Donovan de no aceptar la autoridad y las consecuentes primeras políticas de la OSS, que permitían a los suboficiales saltarse la cadena de mando y tomar sus propias decisiones, el jefe psicológico de Donovan, el Dr. Henry Murray de Harvard, hizo algunas observaciones. Apuntó que la naturaleza de la OSS estaba invitando a personajes con tendencias a la psicopatía, ya que la figura de un agente envolvía sensación, intriga y la idea de ser un hombre misterioso con conocimientos ocultos (Smith, 1972). Quizás por estos motivos, para lograr que los marineros y otros agentes formaran parte de la red de espionaje, se les contaba que tenían que intercambiar información (Taylor, 2018) sin especificar que trabajarían para la inteligencia americana hasta que habían sido entrenados (Chalou, 1992).

Tanto en la costa como en el resto del territorio español, colaboraron también con la OSS, sin formar parte de sus filas, personas como negociantes de Barcelona y de la Costa Brava, contrabandistas acostumbrados a cruzar las montañas, trashumantes que se sabían rutas clandestinas. Un incontable número de ciudadanos ayudaron a trazar las rutas de evasión a través de los Pirineos y el Mediterráneo, acogiendo a los refugiados en sus casas durante las maniobras de traslado. Las rutas marítimas son en su mayoría desconocidas por la falta de rastro que han dejado, a diferencia de las de montaña, que han podido documentarse mejor. Lo poco que se conoce de las primeras es que se salía de las playas de Canet de Rosselló i Port Vendres, cerca de Perpiñán, con destino Costa Brava y Barcelona (Pla, 2024). Allí, inmerso en estas actuaciones, se encontraba Melvin Lord, acompañado de algunos amigos y entre los cuales destaca un nombre de gran relieve: el de Josep Pla.

2.4. Las redes de evasión en España

He creído necesario dedicar un breve apartado de este estudio a presentar algunas de las redes de evasión que se desarrollaron en España durante la Segunda Guerra Mundial, así como su funcionamiento y algunos de sus participantes. Las rutas del exilio estuvieron presentes por todo el territorio del Norte de España, sobre todo en las zonas más cercanas a los Pirineos. Es bien sabido que, después de la Guerra Civil española, miles de refugiados cruzaron la frontera francesa hacia un destino incierto, que en ocasiones acabó en el internamiento en prisiones, campos de concentración y, en último estado, la muerte.

Rutas de escape por los Pirineos de unas 80.000 personas que huían del nazismo. Fuente: Tierra de Edén, “Rutas de escape WWII”. En línea: https://www.terradedom.cat/es/rutas-de-escape-wwii/

La Segunda Guerra Mundial había estallado el 1 de septiembre de 1939. Unos meses más tarde, el 14 de junio de 1940, la Wehrmacht ocupó el norte y el oeste de Francia, un territorio que incluía toda la costa atlántica del país haste llegar a la frontera con los Pirineos vascos. En el sur, tocando al Mediterráneo, el mariscal Philippe Pétain firmó un armisticio para poder instaurar el estado títere de Vichy, que funcionaba a la práctica como satélite de Alemania (Colombo, 1973). Charles de Gaulle mantuvo el gobierno de la Francia Libre en el exilio durante toda la ocupación alemana, hasta que París fue liberada por los aliados en 1944 y se restableció un gobierno provisional.

Después de la Guerra Civil, en España, se establecieron cordones policiales a lo largo de las fronteras, entre ellas la línea Gutiérrez o línea P. de los Pirineos, que vigilaba la Guardia Civil dentro de las iniciativas del estado de excepción franquista que duró hasta 1955. En 1942, la zona de vigilancia establecida por la Dirección General de Seguridad, que había comenzado cubriendo los Pirineos catalanes, se extendió a Huesca, Navarra y las zonas limítrofes con Portugal para evitar “el paso clandestino de gente indeseable por la frontera franco-española” (Sánchez, 2003, p. 63). Aunque la mayoría de edad se fijó en los 21 años, todos los mayores de 14 años que quisieran moverse fuera de España, hasta 1955, necesitaron el Salvoconducto Especial de Fronteras (Sánchez, 2003).

Para solicitar un pase fronterizo de 24 horas se debían cumplir una serie de requisitos: en primer lugar, ser fiel al Movimiento Nacional; en segundo lugar, probar una buena conducta moral y religiosa, tanto en la esfera pública como en la vida privada; y, en tercer lugar, no tener en el extranjero familiares emigrados económicos y exiliados políticos. En el caso concreto de las mujeres, necesitaban la autorización escrita de su marido, una mácula ejemplar y ningún rastro de actividad sospechosa en la familia (Sánchez, 2003).
Había ocasiones en que los permisos no debían solicitarse solamente para viajar al extranjero, sino que también se requerían en algunos caminos y rutas ferroviarias, sobre todo por la línea de demarcación policial del litoral hasta Palamós – que pasaba también por pueblos del interior, hasta Banyoles – y de Girona a San Sebastián:

“Llegando a la zona consignada para circular sin problemas, que no libremente, el portador debía presentarse en el término de 48 horas al mando militar más próximo presentando la autorización para estampar en ella las fechas de entrada y salida. Este pasaporte de interior se debía mostrar cuantas veces fuera requerido por las autoridades” (Sánchez, 2003, p. 65).

Las agencias de inteligencia y gobiernos de distintos países cumplieron misiones en la Francia ocupada y la España franquista para tratar de rescatar a fugitivos y hacerles pasar hasta Portugal o Marruecos para, más tarde, trasladarlos al exilio. A través de réseaux (canales de evasión) y ringleras, los viajantes esperaban llegar a las embajadas y consulados que el Reino Unido, Bélgica y los Estados Unidos tenían abiertos en diferentes puntos de España, así como la Cruz Roja francesa de la calle Muntaner de Barcelona, hoteles y locales. Una vez allí, convoyes ferroviarios se dirigían hacia Málaga, Algeciras, Gibraltar y Cáceres para llegar a Setúbal en Portugal, Casablanca en Marruecos o Londres por mar. Los refugiados, si quedaban a salvo, podían pasar a formar parte de las Fuerzas Francesas Libres (FFL) o la American Forces Network (AFN) para ayudar a más personas (Sánchez, 2003).

Se estima que, entre 1943 y 1944, de treinta mil a cincuenta mil personas fueron evadidas desde Francia hacia España. Algunas fuentes, como M. Erre René de Ceret, presidente de los Évadés de France, creían que los evadidos fueron realmente setenta mil, treinta y cinco mil de los cuales se enrolaron en las FFL.7 Por lo referente a la AFN, al menos veinte mil voluntarios trabajaron pagados por su gobierno y financiados por los americanos para 50 réseaux franceses. Dentro de la iniciativa se podía distinguir entre passeurs, maquis, mugalaris y también contrabandistas, que se dedicaban a cobrar por anticipado para después robar joyas y documentación de los deportados o incluso llegar a matarlos, haciéndoles desaparecer en las montañas o vendiéndoles a los nazis. Entre los miembros de esta “cara B” de las operaciones de guerra en la Costa Brava, se encontraban familias como los Dalí. Salvador Dalí i Domènech, establecido en Perpiñán, se hacía pasar por estraperlista ofreciendo café español comprado a escondidas en los límites del Pertús, y aprovechaba para delatar viajeros sospechosos (Sánchez, 2003).

En referencia a la documentación, ésta se acostumbraba a falsificar en imprentas argelinas. Los documentos tenían que determinar que la persona hubiera nacido en pueblos y no en grandes ciudades, a poder ser donde se tuviera constancia de que los archivos se habían destruido por algún bombardeo. Además, en la documentación debería estar presente la calle de residencia, copiada del listín telefónico para que fuera verdadera; una vecindad siempre anterior a 1943; descripción del rostro por partes, procurando que ésta fuera algo confusa; “consignar edades anteriores o posteriores a las requeridas para entrar en el Servicio de Trabajo Obligatorio alemán” y, en último lugar, la firma de un funcionario, ilegible y precedida de las palabras “l’adjoint-délégué” (“el delegado adjunto”). El evadido, por su parte, tenía que memorizar algunos datos geográficos y costumbres del lugar “donde presuntamente había nacido o residía, así como el número de habitantes y los nombres de los vecinos que se inventaría en caso de ser interceptado en un control” (Sánchez, 2003, p. 49).

La policía española arrestó a los refugiados, pero luego los entregó al Comité Judío Estadounidense de Distribución Conjunta. Fuente: Patricia Giniger Snyder, “Passage Over the Pyrenees”. Revista Hadassah, abril de 2016. En línea: https://www.hadassahmagazine.org/2016/03/28/passage-over-the-pyrenees/

Parece ser que los guías eran indistintamente jóvenes y adultos, que cobraban de 500 a 1000 pesetas por persona en contrabando. Curas o monjas, personas de derechas, se encargaban de acompañar incluso a personas republicanas. Las personas mayores, mujeres y niños, especialmente de raza judía, eran conducidos por la actual Planoles y Nevà, porque la travesía de la sierra del Cadí era muy larga. Se les dejaba en la estación de Toses, la Molina o Ribes de Freser para coger el tren de la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (Renfe) que les bajaría a Barcelona vía Ripoll. Los ferroviarios, en muchas ocasiones comunistas españoles, ayudaban a pasar a refugiados escondidos en los vagones de mercancías (Sánchez, 2003).

El ejército alemán también estaba pendiente de vigilar los movimientos clandestinos de los aliados, y en ocasiones se enteraban de la existencia de grupos de cheminots gaullistas o colaboradores con los réseaux que movían refugiados. La red Comète fue un réseau franco-belga, rebautizado por los británicos como The Dédée Line, que funcionó desde la primavera de 1941 hasta el verano de 1944. Tuvo unos 1700 colaboradores y salvó a 798 fugitivos, en su mayoría aviadores. Muchos de los convoyeurs de esta red pertenecían a la alta sociedad belga. También había agentes de las cadenas de evasión Nana de la OSS (92 miembros) y Margot, también de la OSS, creada por la condesa Margarita Corysande de Gramont, representante de la nobleza franco-navarra (Sánchez, 2003).

Existía también una vía que empezaba en Sant Llorenç de Cerdans y llegaba a Cistella, pasando por Albanyà. Se tiene constancia allí de un guardagujas colaborador al que apodaban “el gordito”. Desde allí se les llevaba a la estación de Sagrera en Barcelona y se escondían en la iglesia del barrio. Alrededor del Port de Salau, que une el Pallars Sobirà con la comarca del Coserans en Francia, se han identificado 21 Chemin de la Liberté. La OSS tenía su propio réseau, que se puso en marcha a principios de 1943 bajo la dirección de Frederic Leist, apodado “Josep”. A través del corredor este réseau mandaba información a los Aliados sobre movimientos de tropas alemanas y la ubicación de blockhaus (bunkers) y minas, junto a la localización de trampas y camuflajes de nidos de tirador levantados en la Costa Vermella de Argelés-sur-Mer hasta Portbou. En ella trabajaron unas veinte personas, teniendo en cuenta brigadistas y refugiados españoles. Uno de sus pasos transcurría entre Forques Ceret, el collado del Pou de la Neu y Maçanet de Cabrenys, y tuvo el apoyo de numerosos disidentes dentro del funcionariado de Vichy y de diversos comisarios (Sánchez, 2003).

  1. Planos, nombres, posibles aliados y potenciales enemigos (Taylor, 2018). ↩︎
  2. Downes estuvo de servicio en la Guerra Civil Española, apoyando la causa republicana. Su influencia en la toma de decisiones militares durante la Segunda Guerra Mundial fue posible porque era considerado el agente más completo de la OSS. Creía que el trabajo de la Oficina de Servicios Estratégicos en Europa podría servir para derrocar gobiernos enemigos y neutrales, como los que había en ambos extremos de la Península Ibérica (Taylor, 2018).  ↩︎
  3. Tal como se especifica más adelante, tuvieron un papel crucial en estas redes, entre otros, Melvin Smith Lord y, probablemente, el escritor Josep Pla y su hermano, Pere Pla (Pla, 2024).  ↩︎
  4. Se verá más adelante como Kurt Walters tiene una relación directa con Melvin Lord. ↩︎
  5. Puesto que la Brigada Lincoln estuvo patrocinada por el Partido Comunista americano, la OSS contaba con el descontento del FBI y otros servicios del gobierno estadounidense, ya que muchos miembros de la ayuda internacional brindada a España entre 1936 y 1939 fueron acusados de sedición, al volver a América. Es muy probable que, más adelante, pudieran y quisieran colaboral con la OSS porque Donovan les proporcionó ayuda legal (Smith, 1972). ↩︎
  6. Probablemente, Melvin S. Lord formaba parte de las OG. ↩︎
  7. Al final de la Segunda Guerra Mundial, habrían sobrevivido tansolo veinticinco mil de ellos (Sánchez, 2003). ↩︎

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