Autobiografía

Mi padre, Andreu Ribera Llorens

Mi padre, Andreu Ribera Llorens, nació en 1893. Su primer matrimonio fue con Mercede (Mercé) Casamada Rosinyol y tuvieron un hijo llamado Félix (1921-1983). Pero Mercé murrio de joven en 1922, y mi padre se casó con su hermana Manuela (‘Manolita’) Casamada Rosinyol (1907-1997). Aparte de mi, tuvieron dos hijos, Andrés (1931-2017) y Jose Maria (1934-2023). (Se puede ver el árbol de la familia Ribera desde el siglo XVIII en la siguiente pagina: https://pixabay.com/illustrations/youtube-video-icon-red-play-button-1495277/ mantenida por Felix Gubert Gubert.)

La Guerra Civil empezo en 1936, cuando yo tenia ocho años. Mi infancia, que hasta ese momento había sido tan bonita, se acabo en ese momento. La muerte de mi padre, que era la persona que yo mas quería, acabo con toda mi felicidad. Mataron a mi padre y a cinco otras personas después de encarcelaros en el sótano del Ayuntamiento de Palamós, que entonces estaba en un edificio en el Paseo en una casa que se llamaba Can Muntaner donde ahora está el Hotel Trias. Los mataron el dia que vino el buque de guerra Canarias a bombardear a Palamós. Los llevaron a Treumal, donde mas tarde había una casa donde vivían Carmen Pagés Vilar y Melvin Lord, y allí les enterraron en un bosque.

LAS DOS ‘CASAS RIBERA’

Palamós 1925. ‘Casa Ribera’ con torre en el centro y también la de la derecha. En la de la torre vivió Félix Ribera Casamada.

La familia Ribera tenía casas señoriales en Palamós. La gran Casa Ribera se construyó 1895 aproximadamente por un “Mestre d’Obres” que se llamaba Salvador Bota Palia. Las vigas de hierro de la casa Ribera proceden de Gustaf Eiffel de París. Fue construida durante la época de mi abuelo, Félix Ribera Cabruja (1861-1940) y su hermana Cecilia (‘Celia’) Ribera Cabruja (1866-n/d). También había la ‘Casa Ribera’ con la torre que se ve en el centro de la foto, donde vivía mi hermanastro Félix y su mujer Asunción Serra Torrent (1921-2010).

Cuando empezó la Guerra Civil en 1936, yo tenía ocho años. Los llamados ‘milicianos’ echaron a mis abuelos de la Casa Ribera y vinieron a vivir con nosotros, en el piso arriba de donde nosotros vivíamos. Cuando mataron a mi padre, fuimos a vivir en la casa de mi abuelo, Juan Manuel Casamada, en Barcelona en una casa grande que quedaba en la Calle Pau Claris con Calle Valencia. Mis abuelos, Felix Ribera Cabruja y Concepció Llorens Maso se marcharon de Palamós por barco con mi hermanastro Felix y mi tia y se fueron a Francia y, de allí, fueron a San Sebastián, que entonces era parte de la España Nacional bajo Francisco Franco.  

Cuando acabo la guerra, mis abuelos volvieron a Palamós con Felix y mi tía a vivir en la Casa Ribera modernista con la torre porque la otra casa Ribera estaba muy estropeada por los bombardeos. Mis padres y go fuimos a vivir en una casa en Carre de la Creu, que sube al Padró de Palamós. Después de la guerra no había comida y esa casa tenía un jardín donde hicimos un huerto para cultivar patatas y otras cosas para comer.

INFANCIA

Mercedes Ribera Casamada a los 15 años.

Yo nací el 19 de agosto de 1928 en Palamós. Mis primeros estudios fueron con las monjas en las Carmelitas en la esquina de la Iglesia en Palamós. Tengo buenos recuerdos de esos años. Pero a los 13 , fui a estudias en Girona, también con las monjas Carmelitas, y eran tiempos difíciles porque eran muy estrictas y tenias manías extrañas. Allí, conoció a Rosa Maria Pou, y desde entonces fueron amigas por vida. Cuando las monjas nos veían juntas en el patio de recreo, nos separaban y nos mandaban adentro a las clases. No se que se pensaban. Suerte que solo estuve allí un año.

Con las dificultades que tenia con las monjas en Girona, mi madre me saco del colegio y estudie independientemente, bajo el dictamen del padre Enrique Jorda. Pude estudias de esta forma porque yo era hija de un decaído, y el gobierno me pagaba los estudios y matricula. Fui examinada en el Instituto de Girona y pase muy bien todo, excepto por las matemáticas que siempre me han sido difíciles de entender. En mis estudios independientes, tenia varios instructores, dependiendo del tema, y me recuerdo especialmente de la Hermana Peya, que era una de mis mejores profesoras.

ADOLESCENCIA

Terminado el Bachillerato, tome el Examen del Estado en Barcelona, y pase bien los exámenes. Ingrese a la Universidad de Barcelona para estudia Filosofía y Letras, con especialidad en Literatura y Lenguas Romanicas (lenguas derivadas del Latin como español, francés, italiano, y portugués). Quería estudias ingles, pero Franco estaba aliado con Hitler, y no permitían el estudio de ese lenguaje. El catalán estaba totalmente prohibido por Franco. Entonces tuve que estudiar el catalán a las escondidas por las noches. Iba a casa de una profesora, hija de un Republicano, dos veces por semana para estudiar con otras mujeres.

Mercedes Ribera Casamada a los 20 años en 1948.

Durante mis años universitarios viví con mi abuelo, Juan Manuel Casamada. Era estupendo y lo pase divinamente. El se hizo amigo de todos mis amigos y me daba mucha libertad, excepto que no me dejaba volver de fiestas sola; tenia que ser acompañado por un amigo. Mi abuelo quedo viudo después de tener muchos hijos e hijas, y entonces fue a Monserrat para estudiar por dos años y, al final, ser sacerdote. Un dia estaba en un autobús hablando mal de Franco y unos chicos, seguramente Falangistas, le oyeron y le llevaron a la comisaria. Allí, el jefe dijo, “Que horror, ¡nunca me habían traído un sacerdote! ¿Que puedo hacer?”. Mi abuelo, muy diplomáticamente, le sugirió que le llevase al cura de la iglesia. Y así lo hizo y, claro, no le hicieron nada.

Pase mis años universitarios, de 18 and 21, con mi abuelo, y tenía varios pretendientes. Me enamore mucho de uno que era una mezcla de yugoslavo e italiano. Pero era de política exaltados y me daba miedo. El y su familia se marcharon a Venezuela y me pidió casarme con el. Hubiéramos tenido que casarnos por notarios. Me parecía un gran salto al vacío y no lo hice.

NOVIAZGO Y MATRIMONIO

Cuando iba a la universidad, pasaba por delante de la farmacia en la Calle Balmes. Allí estaba Pelayo. Durante una época, sus padres Pelayo Pagés Belleville y Maria Vilar Moner, fueron a los Estados Unidos para quedarse con su hija, Carmen Pagés Vilar, y marido Melvin Lord en la ciudad de Tampa del estado de Florida. Pelayo padre lo paso estupendamente, y pasaba mucho tiempo en el Barrio Cubano jugando cartas y fumando puros cubanos. Maria, en cambio, siempre sufría de migrañas y no salía, y lo paso mal. Cuando volvieron, Pelayo padre y yo nos hicimos muy amigos y salíamos juntos a menudo para ver películas. Me recuerdo de las grandes películas como Lo que el viento se llevo y El Gran Dictador. Pelayo padre decía, “Siempre que voy a una película, aprendo algo.”

Después de tres años de cortejo, Pelayo y yo nos casós mi abuelo Juan Manuel Casamada, y dentro de un año nació Pelayo Pagés Ribera en 1954. Tres años después, nació Joan Pagés Ribera (en 1957), y en 1964 nació Mercedes Pagés Ribera.

DE FILOSOFIA Y LETRAS A FARMACOLOGIA

Mi suegro Pelayo llevaba la Farmacia Vilar de Palamós, que quedaba en la Calle Mayor de Palamós, delante de la Pastisseria Collboni. Era de Joan Vilar Danés, padre de mi suegra, Maria que originalmente era María Vilar Moner. Ella tenia una hermana, Carmen Vilar Moner, que vivía en la otra esquina de la Calle Mayor sobre la Sastreria Rafel, y un hermano, Joan Vilar Moner. Pelayo llevó la farmacia pos muchos años, incluyó los de la Guerra Civil. Más tarde, Joan Vilar Moner se graduó como farmacéutico y quiso tomar cargo del negocio que inició su padre. Pelayo se mudó a Barcelona y abrió una farmacia en la esquina de la Calle Aribau con el Carrer de la Diputación. Vivia con su esposa María, mi suegra, y sus dos hijos, Carmen y Pelayo, en el Carrer del Consell de Cent 240, Pal 1º.

Farmacia Pagés en Barcelona at Ariba 20.

Con el tiempo, Pelayo fue haciéndose mayor y tenia el corazón muy delicado. Su hijo Pelayo, mi marido, no tenia la cabeza para estudiar y se me ocurrió salvar la farmacia, sabiendo que mi suegro estaría muy contento. Y bueno, así fue, y tuvo una alegría grande cuando le conté mis intenciones. Mientras yo estudiaba, pagábamos un sueldo a una chica farmacéutica amiga de tu madre que estaba en un laboratorio y nos prestaba el título de farmacia como si fuera ella la dueña porque tiene que haber una farmacéutica con título. Pero ella sólo venía si tenía que venir a firmar según qué cosas, porque constaba que ella era la titular.

Cuando faltaba sólo poco en el último año de carrera, resulta que el director general de Sanidad nos avisó a que fuéramos a verle. Nos dijo que esto no estaba permitido y pasamos un gran susto. Entremos yo le expliqué la historia verdadera y él no decía nada, solo callaba y escuchaba. Entonces, cuando acabé, él estuvo muy atento y se levanto y me dio dos palmaditas en la espalda y puso nuestra denuncia, que estaba encima de una pila alta, debajo de todo. Me dijo, “Irán saliendo estas denuncias, pero llegará un momento que la de abajo, la tuya, volverá a salir arriba de todas. Las cosas no van rápida, o sea que no saldrá enseguida. Pero date prisa en acabar la carrera porque si cualquier cosa llega esta denuncia arriba y yo no estoy aquí, o esta otra persona y tal, entonces claro, te van a quitar la farmacia.” En realidad, me faltaba poco ya para acabar, pero ya lo creo que me di prisa. Bueno, total, que acabé la carrera, gracias a Dios, muy bien, con licenciatura y todo. Y por fin se pudo poner la farmacia a mi nombre.

Yo no tenía vocación de farmacéutica. Mi vocación a sido otras y tuve que hacer un gran esfuerzo para dedicarme a ser farmacéutica. Tuve que hacer este cambio de mentalidad total y al final encontré un sentido de ayuda a la gente y tener una amistad especial con médicos. Era cuestión de psicología y, al final, lo hice de forma muy convencida.

En esa época, se hacía más en las farmacias, incluyendo las fórmulas que los médicos. Los médicos también eran, en este sentido, más sabios que ahora porque sabían los específicos de fórmulas. Hacíamos los traían de los médicos, sin que fuesen grandes cantidades y tampoco nos inventábamos formulas. En cambio el Abuelo Pelayo, que así le llamábamos, sí que tenía esta vocación y esta inteligencia para inventar algunos medicamentos, y tenían éxito.

Todos nuestros hijos participaban en el trabajo de la farmacia. Mi hija Mercè era estupenda para los recados. Sabia ir por todo Barcelona para llevar recados si era una urgencia o ir a almacenes a buscar alguna cosa que necesitábamos. Pelayo y Joan se encargaban de procesar las recetas para el seguro porque los pensionistas no pagaban nada y los otros pues un tanto por ciento. Se entregaba cada mes, y se tenía que mandar a Madrid, imagínate. Y como que tardaban tanto, nosotros adelantábamos el dinero, y a veces tardaban tres meses a devolvernos el dinero.

En la farmacia también estaba Albert Buxeda como auxiliar. Fue un hombre que trabajaba en la Farmacia Prat de Palamós durante muchos añose. Era joven entonces y siempre muy eficaz. Durante la Guerra Civil, era soldado Republicano. Al terminar la guerra hubo una horrible campaña contra los que habían sido de los llamados ‘Rojos’ y no les daban trabajo cuando terminó la guerra. Buxeda que era una gran persona, pero el farmacéutico Prat le despidió por estar por el lado del los Republicanos durante la guerra. Entonces, el abuelo Pelayo, que era una gran persona, muy honrado, y tenia ideas de los Republicanos aunque no era de los Rojos que mataban, le ofreció trabajo en su farmacia en Barcelona. Y Buxeda se translado a Barcelona allí se se casó y tuvo una hija, y se quedó allí hasta que se jubiló.

Reflecciones sobre una vida bien vivida.

Pasamos muchas aventuras en la farmacia, que las cuento en mis historias orales que acompañan a este breve relato de mi vida. Pero si que quiero dejar escrito aquí una parte importante de nuestra vida en esa época. Y eso es que, En casa, teníamos muy a menudo a gente jóvenes de la familia que venían a quedarse con nosotros por un largo tiempo. Marilee, hija de Carmen y Melvin Lord, estuvo con nosotros un año. El cambio que hizo en ese tiempo fue extraordinario. También vino a quedarse con nosotros mi sobrino Andrés porque sus padres ya no sabían que hacer con él. Le busqué un profesor y siempre me dice que le fue muy bien. Yo creo que hacer las cosas con amor, con cariño, y mirar de entender a las personas ayuda que las cosas salgan bien al final.

REFLEXIONES

Pienso que muchas cosas me han ido bien. Es por tener un sentimiento de amar a las personas. Hay que hacer cosas que te van saliendo de tu corazón y, bueno, de tu cabeza también. Y también a veces pienso que hay cosas que las hubiera tenido que hacer de otra manera, pensando que lo hacía bien. Es cierto que no pude dedicarme a lo que verdaderamente me llenaba, que era las letras y la filosofía. Pero intenté buscar también en la farmacia algo que me diera un sentido, un sentido a la vida. Lo más importante yo creo que es amar a las personas y no ser egoísta con uno mismo. Darse. Creo que es esto la clave de todo, lo que me ha salido de improviso de momento; y creo que es lo que vale, no? La sinceridad; el expresar lo que uno siente. Pues es lo que acabo de explicar en este relato de mi vida.

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